Cuando uno no es aún experto en participar en pruebas de aguas abiertas, y está iniciándose en sus primeras Travesías, le sorprende que haya pruebas que, pese a ofrecer un importante paquete de dorsales, agoten los mismos en apenas unas horas desde el momento que se abre la inscripción. Y sin embargo otras, por la misma zona, en la misma época, y con distancias similares, no consiga siquiera alcanzar el objetivo que participación que se había propuesto, pese a ser muy modesto. ¿En que reside el secreto del éxito de participación?
Cuando participas finalmente en dichas pruebas, entiendes el por qué de esas diferencias tan abismales de participación y, sobre todo, de demanda de inscripciones. Porque la organización y las facilidades que se dan al nadador no son iguales en todas ellas. Mientras que a algunas uno no se ve capaz de sacarles un fallo, a otras hay que hacer la vista gorda para que determinadas carencias no te fastidien la jornada.
El pasado día 14 de septiembre se disputó en aguas de la bahía de Jávea/Xàbia, la V edición de su Travesía a Nado.
* (pulsando sobre cada foto, se puede ver a pantalla completa)
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El recorrido oficial era de 4.500 metros, si bien finalmente el GARMIN indicó una distancia de 4.900 m., que son los que separan Cala Blanca, junto a Cap Prim, de la Playa de la Grava, junto al Puerto.
El recorrido, tal y como podéis ver en el plano de Google que aportaba la organización, atravesaba de punta a punta la preciosa bahía javiense, teniendo un hito notable al cruzar la playa de El Arenal, donde el recorrido hacía un pequeño quiebro, para volver luego a salir a mar abierto.
El madrugón que nos tuvimos que dar los que vivimos fuera de Jávea fue importante, ya que la entrega de gorros se inició a las 7,15 de la mañana, con una salida prevista de la prueba en torno a las 8,30 h., que se cumplió finalmente.
Dado lo temprano de la hora, lo cierto es que los primeros que fuimos a acreditarnos, prácticamente estábamos aún en tinieblas. Lo brumoso de la mañana acentuaba la sensación de oscuridad.
Los nervios eran los lógicos de una distancia que no era precisamente mínima -allá en la distancia, apenas se distinguía el Puerto de Jávea, destino final de la prueba-, se vieron acentuados por una acreditación en exceso lenta y algo rudimentaria, para una Travesía de esta categoría. Pese a que no se llegaron a cumplir los objetivos de la organización de tener 200 nadadores acreditados, lo cierto es que la entrega del material fue algo tediosa.
Por todos los nadadores es sabido lo importantes que son los prolegómenos de cualquier travesía: la vaselina, las gafas, el pulsómetro, los tapones, las chanclas... ¡que no se me olvide nada!. Y si no tienes un poco de tiempo para prepararlo, efectivamente, al final siempre se te olvida algo, por muy veterano que seas... Estas acreditaciones tan lentas no hacen sino robar un precioso tiempo de preparación y concentración al nadador.
Apenas un gorrito sencillo de un solo uso, el chip y el consabido número marcado a rotulador indeleble en el hombro marcaron a cada uno de los participantes. Una camiseta con el logo de la prueba completaban la "bolsa del corredor" que esta vez era "sin bolsa"...
Sin apenas tiempo de completar el ritual antes citado, y que todo nadador OWS tiene establecido para una Travesía, nos llaman a que fuéramos entrando en el agua, ya que la salida se daría desde el mar, dado la complicada orografía de la calita desde donde estaba marcada la salida
Y ahí comenzó una especie de "procesión de las ánimas", por una escarpadísima y agreste bajada hasta el mar, medio en penumbra -el Sol no acabada de salir de entre las nubes- descalzos, y clavándonos todas las piedrecitas del mundo en nuestros castigados pies. Una especie de penitencia previa, en pago por lo que íbamos a disfrutar a continuación. Aunque las comparaciones son siempre odiosas, en la Travesía que hicimos el pasado domingo, en una playa de similares características por su complicada orografía, la organización había previsto una gruesa moqueta que atravesaba la playa hasta la orilla. ¡Y vaya si la agradecimos!. Y cómo nos acordamos de ella en Jávea...
Por fin ya estábamos todos en el agua, y nos disponíamos a salir. Para nuestra sorpresa, la persona que nos tenía que dar las últimas indicaciones en el agua sobre las boyas, el recorrido y otros detalles similares, no tenía megáfono, con lo cual, pese a que apenas éramos un puñado de nadadores, el ruido de las olas y la amplitud del escenario hizo que, pese a que el buen hombre se desgañitó a dar voces, la mayoría de nosotros no nos enteramos de nada...
La consecuencia: unos nadamos por dentro de las boyas amarillas, otros por fuera, unos hicimos el quiebro de El Arenal, otros siguieron recto; al llegar a la Playa de la Grava, muchos no sabían que había que traspasar los juegos de agua flotantes antes de entrar al arco de Meta, y querían salir antes de tiempo, otros los pasaron y se iban para el espigón del puerto... No hubo mala fe, ni ganas de hacer trampas, ni nada por el estilo. Hubo, simplemente, una deficiente información de última hora, cuando los nervios hacen que te olvides de todo lo que has leído una y mil veces en la página web y necesitas que alguien te refresque las ideas con unas indicaciones de última hora.
Para sucesivas ocasiones, sería de desear que la organización tuviera en cuenta estos pequeños detalles. Pequeños por lo fáciles que son de resolver, pero grandes para el nadador, porque te pueden "llevar mareado" toda la travesía.
Nadie había comentado nada de las medusas, nuestras temidas amigas. El agua estaba muy cristalina, y la mar muy calmada, con lo cual, de haberlas, las íbamos a ver sin dificultad. Bueno, eso si el Sol se acababa de decidir a salir, porque cuando dieron el bocinazo de salida, el astro rey aún estaba haciéndose el perezoso detrás de unas traviesas nubes...
Y por fin, dan la salida, y empezamos a nadar. Dado que no éramos demasiados, unos 180, y lo amplio del escenario, no se dieron las típicas escenas de codazos, patadas y golpes que caracterizan a las Travesías de OWS. Con lo cual se empezó a nadar con relativa tranquilidad, sin el estrés de las patadas...
El agua era puro cristal, transparente hasta extremos insospechados, y lo recogido de la Cala Blanca, protegida por la sombra de Cap Prim, hacía que estuviera calmada como si de un lago se tratara. El fondo se veía ahí, casi al alcance de la mano, y los bancos de pececillos iban de un lado para otro, dando una imagen paradisíaca que hizo de la Trevesía una pura gozada.
Y empezamos a atravesar la Bahía de Jávea, paralelos a una costa rocosa en extremo, si bien no montañosa, sino plana, y toda ella edificada, pero con edificación de baja densidad, casitas de una o dos plantas. Todo el rato miraba uno con envidia a los propietarios de las viviendas construidas al filo de un paisaje tan maravilloso, ¡menudas vistas tendrán!
La boyas amarillas iban transcurriendo, siempre a la derecha, como a mí me pareció entender en la salida, si bien se veía gente nadando en el quinto pino, señal de que no se habían enterado de la elemental norma de ir cerca de las boyas. En todo momento fuimos acompañados por numerosos kayacs, aunque lo prolongado de un recorrido de 5 km., y los diferentes niveles de los participantes, hicieron que la distancia que había entre nadadores fuera muy importante. Baste decir que el vencedor necesitó apenas una hora para alcanzar la Meta, y el último nadador precisó más de dos horas... sobran los comentarios.
Y por fin está a la vista la playa de El Arenal y el mítico Parador Nacional, con sus palmeras. ¡Ya estamos a la mitad! ¡Y ni una medusa!.
Llegados a este punto, hicimos el quiebro que marcaba el plano proporcionado por la organización, aunque resultaba difícil de distinguir el camino, ante la anarquía de boyas de todos los colores que pueblan la playa de El Arenal. Pero si mirabas hacia afuera, veías a numerosos nadadores que habían hecho caso omiso de la recomendación, e iban en línea recta hacia la meta, salvando el quiebro y haciendo por tanto una menor distancia. Bueno, cada uno se toma las travesías de una manera. Para algunos el llegar unos puestos por delante es lo fundamental, para la mayoría, afortunadamente, lo realmente importante es cumplir la normativa y, en mi caso, también, disfrutar de lo que estoy haciendo.
Y una vez salidos de nuevo a la línea de boyas amarillas y a mar abierta, continuamos nadando, deslizando, disfrutando, de una mar de ensueño, cristalina, aunque ya no tan "mar plato" como cuando salimos. Una vez constatada la ausencia total de medusas, cada brazada que se da es un placer y, casi, casi, deseas que esto no acabe nunca, de lo bien que lo estás pasando.
Y continúan sucediéndose a lo largo de la línea de costa edificios, casitas, chalés, de los privilegiados que puedan disfrutar de ese mar todo el año. Y el fondo continúa ahí, casi se puede tocar con la mano, con miles de peces cruzando en todos los sentidos... ¡Qué maravilla!
Poco a poco nos vamos aproximando a los juegos de agua hinchables que marcarían nuestra "última boya", antes de girar para encarar el arco de Meta. A lo lejos vemos el Cabo de San Antonio, el Puerto y, por fin, la Playa de la Grava, nuestro destino.
Un grupito de cuatro o cinco nadadores que hemos ido a la par el último kilómetro, nos afanamos por nadar los último metros y por rascar unos segundos al cronómetro. Por fin, la salida en la Playa de la Grava, que hace honor a su nombre y, esta vez sí, sobre una alfombra que hace mucho más llevadera la salida del agua y el paso por Meta.
Para esa hora el Sol hace tiempo que ha salido con fuerza, e ilumina en todo su esplendor la playa y todos sus aledaños, donde tanto nadadores, como amigos y familiares departen animadamente, esperando las clasificaciones.
Pero la llegada a Meta nos deparaba aún una desagradable sorpresa, que no es menor para cualquier nadador después de una Travesía de larga distancia como la que acabábamos de culminar: se había acabado el agua. Cualquier que haya nadado en el mar sabe que, pese a lo que pueda parecer, hay una gran deshidratación y máxime si has estado nadando con intensidad durante una hora y media ininterrumpidamente.
En este sentido, también hay que destacar que la necesidad de avituallamiento una vez finalizada una prueba tan larga es notable, porque uno se queda literalmente sin reservas. Desgraciadamente, el avituallamiento previsto por la organización era tan pobre en su concepción, y tan escaso en su cantidad que, unido a que tampoco había líquido, propiciaban unas ganas enormes de meterse en cualquier bar del entorno "a repostar". Lamentable, de verdad.
El vencedor de la prueba fue Josep Ortega, del C.N.Vila-Real, en 1h.02'19", seguido de Iván Jorro, del C.N.Tenis Elche, en 1h.02'23" y con un tercer puesto para Miguel Ángel García Bermejo, de Burjassot, a apenas 4" de éste. Es decir un podio de campeones apretadísimo en tiempos.
En el apartado femenino, la cosa fue similar, ya que la vencedora fue Irene Jorro, hermana de Iván, y también del C.N.Tenis Elche, en 1h.10'38", seguida a apenas 2" por Yolanda Marchante.
Quiero destacar la actuación de Armin Lenz, un chaval de Teulada, con apenas 19 años, que quedó el 1º en la categoría sub 23 con un excelente 1h.12', y a quién auguramos una carrera excelente en OWS
De los 185 nadadores que estaban inscritos y tomaron la salida en Cala Blanca, arribamos a Meta un total de 169, según las Clasificaciones de la organización, que os acompaño a continuación:
Simultáneamente se disputó también la Travesía de 1.500 metros, dentro del Circuito de Travesías de la Marina Alta, compuesto por cuatro pruebas: Benissa, Moraira, Denia y ésta de Jávea.
El podium del Circuito de la Marina Alta |
El vencedor absoluto del Circuíto ha sido Oscar Estrada, del C.N.Benissa, quedando subcampeón del citado Circuíto el gran José Antonio Segura Landín, que ha culminado con ello una excelente temporada en la que ha conseguido nada menos que 17 podiums, correspondientes a las 17 pruebas en las que ha participado. Desde aquí nuestra más sincera enhorabuena a ambos campeones.
José María Galera con Oscar Estrada, vencedor absoluto Circuito Marina Baixa |
Con la entrega de premios, y las consabidas fotos de familia, finalizó una Travesía de Jávea de la que guardaremos un grato recuerdo todos los que en ella participamos, si bien, sería de agradecer para próximas ediciones que la organización tomara buena nota de las deficiencias que ha habido en ésta, ya que no son difíciles de resolver y, por contra, suponen una gran ayuda para el nadador. Hacemos especial hincapié en el tema del avituallamiento final de Travesía.
Mar Soler, José María Galera y Sara Moral del C.N.Arena Alicante |
Con un vistazo final a la bellísima bahía de Jávea nos despedimos hasta el año que viene.
Espero que os haya gustado. ¡Nos vemos en el agua!
José María Galera
OWS Alicante
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