* Pulsando sobre cada foto, se pueden ver a pantalla completa
Mi aventura en la Travesía de la Sardina, disputada el pasado domingo 10 de julio en la Ría de Bilbao, empezó de forma casual, como suelen comenzar las situaciones que luego se convierten en más divertidas, en más placenteras...
Un día, apareció súbitamente en Facebook un post que decía, más o menos: "El C.N.Santurtzi sortea tres dorsales para la III Travesía de la Sardina, sólo tienes que darle a "me gusta" y entrarás en el sorteo..."
Y yo, más por apoyar a una joven travesía que necesita promoción y visibilidad que por otra cosa, le di al "me gusta" y, literalmente, me olvidé del asunto...
Resultado del sorteo de dorsales: ¡Sorpresa! |
Hasta que, pasadas varias semanas, a finales de mayo, una amiga me envía un privado de Facebook felicitándome por haber sido agraciado en el sorteo. ¡ Oh, sorpresa!. Nunca pensé que me iba a tocar pero, una vez llegados a este punto, me empecé a ilusionar y pensé ¿Y por qué no?.
Para mí era un salto cualitativo importante, porque nunca había nadado en el Cantábrico, muy lejos de este Mediterráneo al que estoy tan acostumbrado a bracear. Pero pensé que sería una buena ocasión de conocer ambientes nuevos, gentes nuevas y, de paso, compartir experiencias con buenos amigos nadadores que tengo por la zona.
¡Allá vamos, Bilbao!.
¡Allá vamos, Bilbao!.
La convocatoria en sí constaba de tres pruebas.
A saber, una prueba enfocada al público infantil, de 700 metros, y a disputar dentro de la misma rada del puerto de Santurtzi; una segunda prueba, ya para adultos de 3.000 metros que, saliendo del muelle La Benedicta de Sestao, llega al puerto pesquero de Santurtzi. Ésta fue en la que yo participé.
Y, por fin, la "prueba reina", de 11,5km. que, partiendo del Museo Marítimo de Bilbao, baja por toda la Ría para acabar en el mismo punto que las anteriores, después de recorrer todos los hitos más significativos de un "monumento" de la España industrial de principios del siglo XX, como es la Ría de Bilbao.
Además, este recorrido inspiró en su día la típica y tópica cancioncilla que todos hemos tarareado alguna vez: "Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la orilla..."
La Grúa La Carola, punto de partida, vista desde San Mamés |
Nadar en una Ría (mezcla de agua dulce/salada) era una novedad muy importante para mí. El tema de las corrientes pleamar/bajamar también era novedosa y, por último, el agua estaba muy fría para un mediterráneo como yo, que llevaba ya varias semanas nadando a pelo (en el Mediterráneo alicantino el agua está ya a 26ºC, y en la Ría estaba a 19ºC)..... y pensé que 11,5 km. es mucha distancia para nadarlos con tantas incertidumbres por delante, como eran las antecitadas. Por eso preferí hacer la Travesía de 3.000 metros, ya habrá tiempo de hacer la larga, que era la que de verdad me apetecía nadar.
Numerosos kayaks nos acompañaron durante el recorrido |
Posteriormente, tuve que añadir una variante desconocida también para mí: la turbidez del agua. La Ría de Bilbao ha mejorado muchísimo la calidad de sus aguas en los últimos años pero -donde hubo siempre queda-, el agua en la que nadamos no era precisamente agua mineral....
Comienza la Travesía larga |
Afortunadamente, varios amigos -más veteranos que yo en estas lides de largas distancias OWS- sí que se decidieron por la prueba reina, por lo que tengo comentarios muy de primera mano que han servido de apoyo para esta crónica.
A las 9,45 se dio la salida desde la Grúa La Carola, situada frente al Museo Marítimo de Bilbao, para los valientes que había inscritos en la prueba de 11,5km., cuyo cupo de participantes estaba limitado a sólo 100 nadadores, por motivos de seguridad. Aunque inicialmente fueron 98 los nadadores inscritos, finalmente fueron 89 los que se tiraron al agua. Y acabaron todos
En esta prueba el neopreno era voluntario, toda vez que el domingo pasado el agua estaba a 19ºC, ligeramente por encima de los 16ºC que la organización marcaba como mínimo para no hacer obligatorio el neopreno. Consecuentemente, hubo varios valientes que se atrevieron a nadarla a pelo. ¡Menudo reto!
Y los espartanos nadadores empezaron a bracear camino del primer hito de la travesía: Deusto y el puente de Róntegui, un gigantesco viaducto entre Barakaldo y Erandio que alcanza una altura de nada menos que 45 metros sobre la pleamar de la Ría, y con la mente puesta en su destino final: el puerto pesquero de Santurtzi.
Los nadadores, Ría abajo, dirección Santurtzi |
Sobre las 10,30h. nos dieron la salida a los 187 participantes inicialmente inscritos en la travesía de 3.000 metros, desde el muelle "La Benedicta" de Sestao.
Los nadadores fuimos bajando poquito a poco por una rampa a una plataforma flotante -que, en varios momentos parecía que se iba a hundir antes la acumulación de nadadores- y nos lanzábamos al agua, desde donde se nos daría la salida oficial mediante un bocinazo.
En esta prueba, por contraste con la travesía larga, el neopreno no estaba permitido; yo estaba un pelín asustado con este extremo, porque no sabía como iba a reaccionar mi cuerpo al agua a tan sólo 19ºC, una temperatura excelente para los "chicharrones del Norte", pero algo fría para los "blanditos del Mediterráneo", como yo.
Y tengo que decir que al principio no lo pasé bien. Más bien motivado por la presión sicológica de: agua fría + agua turbia + corrientes desconocidas, que porque la cosa estuviera realmente mal.
Pero lo cierto es que, poco a poco, el cuerpo se fue aclimatando a la temperatura del agua y, cuando llevaba unos 800 metros, ya había dejado de pensar en ello.
Por otra parte hacía un Sol espléndido, lo cual ayuda bastante a aumentar la sensación de confort térmico; aunque la temperatura del agua sea la misma, lo cierto es que el Sol ayuda a sentir menos frío.
Por otra parte hacía un Sol espléndido, lo cual ayuda bastante a aumentar la sensación de confort térmico; aunque la temperatura del agua sea la misma, lo cierto es que el Sol ayuda a sentir menos frío.
Momento emoción, pasando debajo del Puente Colgante |
Y allá, a lo lejos, ya empezamos a divisar el Puente Colgante de Portugalete, uno de los hitos arquitectónicos más importantes de todo el recorrido, y un monumento industrial de primer orden, con más de 120 años de antigüedad funcionando ininterrumpidamente para cruzar a público y vehículos de la Margen Derecha a la Margen Izquierda y viceversa. Sólo dejó de prestar servicio durante un periodo de tiempo en la Guerra Civil, según me aclaró mi Pigmalión particular sobre la Ría, Germán Zubiaur.
La experiencia -inaudita- de poder pasar nadando por debajo de un hito arquitectónico semejante, hacía que se aceleraran las pulsaciones... Emoción, excitación, y ¡más brazadas!
Cuando estuve justo debajo del puente, con la barquilla de los vehículos pasando por encima de mi cabeza, tuve la curiosidad de dejar de bracear y pararme a contemplar el espectáculo. Era una ocasión única y quizá irrepetible. No todo el mundo puede contar esa experiencia. Y entonces, sólo entonces, fue cuando percibí cómo la corriente me arrastraba hacia el mar. Fue una sensación extraña, por desconocida para mí.
Luego supe por Paco Zubiaur, uno de los piragüistas que nos acompañó en la travesía que, precisamente, en la zona del puente, las corrientes son más fuertes de lo normal, ya que en el resto del recorrido no las percibí de forma tan notable.
Luego supe por Paco Zubiaur, uno de los piragüistas que nos acompañó en la travesía que, precisamente, en la zona del puente, las corrientes son más fuertes de lo normal, ya que en el resto del recorrido no las percibí de forma tan notable.
Estábamos ya a la mitad del recorrido y se avistaba a lo lejos el muelle del puerto pesquero de Santurtzi, dentro de cuya rada teníamos la Meta.
La emoción se fue haciendo más y más fuerte. ¡Qué nervios!. Estaba finalizando mi primera travesía cantábrica, ya no sentía frío, ya no me importaba la turbidez del agua (al menos aquí no hay medusas, pensé)....¡La excitación por llegar era cada vez más intensa! ¡Tenía el corazón a full!
La rampa del Puerto Pesquero de Santurtzi, donde estaba el arco de Meta |
El espigón con la imagen de la Virgen del Carmen |
Finalmente, el pequeño puerto pesquero de Santurtxi nos recibía con los brazos abiertos; el espigón con la imagen gigante de la Virgen del Carmen nos daba la bienvenida y la megafonía iba anunciando, uno a uno, los nombres de nadadores que íbamos subiendo, lentamente, pero eufóricos, la rampa de Meta.
¡Bufffff!.... ¡Objetivo cumplido!
Lo que marcó el pulsómetro cuando recordé pararlo |
Yo estaba muy, muy emocionado. Y muy contento. Tan emocionado y tan contento, que se me olvidó parar el pulsómetro y también mirar el reloj de la Meta. Todo era postureo para el fotógrafo de la prueba, que se enganchó de mi cara de felicidad, y no paraba de echarme fotos....je,je,je.
Se daba la circunstancia de que, cuando me inscribí por Internet, avisé de que llevaría mi propio chip amarillo para controlar mi marca. Pero lo cierto es que, cuando fui a recoger el dorsal y el gorro, me di cuenta de que mi maravilloso chip amarillo se había quedado en Alicante y el gorro numerado que me daban estaba asociado a dicho chip. Total, que tuve que nadar sin chip. ¡¡Glup!!. Un fallo de pardillo, pero de pardillo total.
Por todo ello, al final, no pude saber la marca que realmente hice, sino solo el tiempo aproximado, que es el que aparece en la foto, y que corresponde a cuando ya había subido toda la rampa y me di cuenta, de pronto, de que el pulsómetro seguía corriendo y yo había acabado hacía rato. ¡Cachissss! ¡Joderrrr!
Pero lo importante para mí no era la marca -al final no iba a hacer podio de ninguna de las maneras, porque no había premios por categorías de edad, sino sólo la clasificación general por sexos-, sino las sensaciones al llegar a Meta.
Muy contento, muy emocionado y, sobre todo, ¡con ganas de más!.
Apenas tuve unos minutos para cambiarme y volver de nuevo al arco de Meta, para poder ver a los primeros espartanos de la Travesía Larga, que ya se anunciaban por megafonía.
El primero en traspasar el arco de Meta fue el donostiarra Jaime Caballero, con un registro de 2h.01´, batiendo el récord de la Travesía. Se da la circunstancia de que este campeón guipuzcoano ha ganado las tres ediciones que se han disputado hasta ahora de la Travesía de La Sardina, lo cual da una idea de su nivel y de la velocidad que desarrolló, ¡nada menos que 10´33"/km.! ¡Ahí es ná!
Bien es verdad que la corriente ayudaba bastante, pero es innegable que el ritmo que llevó fue endiablado.
Bien es verdad que la corriente ayudaba bastante, pero es innegable que el ritmo que llevó fue endiablado.
Rebeca Santos entrando en Meta |
En féminas la vencedora fue mi amiga y compañera la gran Rebeca Santos, del C.N. Máster Torrijos (Toledo) con un registro de 2h.09´, y que cuenta sus victorias por participaciones, ya que en todas las pruebas en las que la he visto nadar, ha sido ella la fémina vencedora. Llegó en 5º lugar de la general.
Se daba la circunstancia de que la tarde antes había resultado vencedora de otra travesía de 5.000 metros en el Río Pisuerga, en Valladolid, con lo que en apenas 12 horas subió al podio en dos ocasiones. ¡Impresionante Rebeca!
Alberto Pérez, siempre sonriente, en arco de Meta |
Del mismo Club Torrijos participó también mi buen amigo y compañero Alberto Pérez Díaz, con un registro de 2h.19´ y que llegó en 17ª posición de la general, con su característica sonrisa de oreja a oreja.
Germán, cansado pero muy contento, entrando en Meta |
Pero la gran sorpresa -para mí- fue ver entrar a mi gran amigo Germán Zubiaur, que llegó en 11ª posición, con un registro de 2h.13´.
Germán es un veterano campeón de natación en piscina del País Vasco, ganador de numerosos trofeos en su época juvenil, y que había participado hasta ahora en alguna travesía menor, pero que se enfrentaba por primera vez a un reto de esta envergadura.
Nadador tenaz y concienzudo, había estado entrenando bastante en piscina, aunque quizá menos de lo que le hubiera gustado, con alguna tirada de hasta 6.000 metros en piscina de 25 metros -entreno duro donde los haya-, con el objetivo de preparar la prueba; tan sólo un par de días antes de la travesía, había hecho un único entreno en mar, de apenas 3.000 metros, en el que el neopreno -prestado, por cierto-, le había producido importantes rozaduras en el cuello al no haber utilizado vaselina, más por falta de costumbre que por olvido.
Y el muy cabrón -con perdón-, va y llega a apenas 10´ del vencedor y como si tal cosa, dejándonos a todos con la boca abierta....
No pude por menos que darle un inmenso y emocionado abrazo de enhorabuena por su gesta. ¡Asombroso Germán!
No pude por menos que darle un inmenso y emocionado abrazo de enhorabuena por su gesta. ¡Asombroso Germán!
Con Germán Zubiaur, muy contentos los dos, después de su "hazaña" |
Para los que somos unos paquetes nadando, hazañas como las de Germán son las que de verdad nos hacen admirar a ciertos deportistas que, además, no le dan ninguna importancia al hecho.
Y, poquito a poco, fueron llegando, en lento goteo, el resto de nadadores de la Prueba Larga, hasta arribar el último de ellos, en el puesto 98, y que necesitó 3h.40´ para completar el recorrido; llegó escoltado por dos zodiac y varias piraguas, recibiendo una cerrada ovación del numeroso público asistente.
El año próximo, si participo, me veo yo de nadador nº 99... Bueno, al menos tendré un buen aplauso por llegar el último. ¡Arggg!
Todos lo finishers recibieron como recuerdo un pañuelo típico de las fiestas de Santurtzi -en honor a la Virgen del Carmen, como no podía ser menos en un pueblo tan marinero-, con un grabado conmemorativo de la prueba.
Quiero significar especialmente el abundante público reunido tanto en el muelle del puerto pesquero, como en diversos puntos del recorrido por la Ría, máxime teniendo en cuenta que no era una prueba masiva en participación, ni mucho menos.
También fue muy notable el importante despliegue técnico y humano desarrollado por el C.N. Santurtxi, con su Presidenta Arantxa Arteche al frente, que estuvo en permanente control de todo lo que acontecía.
La organización fue impecable, teniendo en cuenta la juventud de la Travesía y, sobre todo, que el número de participantes no era especialmente importante, apenas 300 nadadores entre las dos pruebas.
Pero los kayaks, las motos de agua y las zodiac nos fueron acompañando durante todo el recorrido y en ningún momento nos sentimos desatendidos.
Y al llegar a Meta, el avituallamiento fue muy muy abundante y variado.
Mis felicitaciones más sinceras al C.N. Santurtzi por toda la organización y desarrollo de la Travesía de la Sardina
El impresionante equipo de voluntarios en Meta del C.N.Santurtzi |
Al finalizar la prueba se procedió a la entrega de trofeos y obsequios donados por algún patrocinador, como WIME, una reconocida marca de ropa para nadadores con sede en el País Vasco, que obsequió con artículos de su enseña para los ganadores de cada prueba, tanto en la categoría masculina como en la femenina.
Finalmente, llegó el momento de las fotos de rigor, con amigos y conocidos, y como recuerdo imborrable de una jornada muy emocionante y que tenemos ganas de repetir pronto.
Rebeca, Alberto y yo contra la ELA |
Yo también aproveché para hacerme una foto con Rebeca Santos y con el gran Alberto Pérez Díaz, embajador en cada travesía en la que participa de la lucha contra la ELA, terrible enfermedad a cuya existencia procura dar toda la visibilidad posible, para concienciar a la gente de la importancia de la lucha contra sus devastadores efectos.
En resumen, una prueba a la que hay que volver, y en la que os aconsejo muy vivamente participar si tenéis ocasión, porque no os va a decepcionar, en cualquiera de sus dos variantes, la de 3.000 metros que yo he hecho este año, y la de 11.500 metros, que queda para mí como reto a superar el próximo año.
Mónica Sellarés, Paco Zubiaur, Germán Zubiaur, José María Galera y el gran Asís Zubiaur |
Y finalmente, no puedo dejar de agradecer el apoyo tanto logístico como emocional que, en todo momento, me ha prestado mi "familia vizcaína", los Zubiaur Sellarés, que estuvieron constantemente pendientes de mí, de apoyarme y de asesorarme en todas las dudas que me iban surgiendo.
Sin su apoyo permanente y su cariño, todo hubiera sido mucho más difícil para mí.
¡Gracias de corazón, familia!
Y nada más. Espero que os haya gustado
Nos vemos en el agua!
José María Galera
OWS Alicante
Jose María, me ha encantado!!!
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