domingo, 30 de julio de 2017

88ª VUELTA A LA ESCOLLERA DE ALICANTE 2017

(*) Pulsando sobre la foto, se puede ver a pantalla completa.



Nada menos que en 1917 se disputó la 1ª edición de esta emblemática Travesía, la Vuelta a la Escollera de Alicante, que presume de ser la más antigua de España por su fecha de inicio, junto con algunas otras renombradas pruebas de aguas abiertas, como la Travesía del Puerto de Barcelona , que este año ha celebrado su 90ª edición, o la mítica Travesía de la Ría de Bilbao, que en 2017 cumplía su edición 78ª.

No obstante, el gran número de ediciones disputadas de esta prueba -la de este año, disputada el pasado 23 de Julio, era la que hacía el número 88-, no ha conseguido que "despegue" como una "Travesía de referencia" en el calendario de pruebas a nivel nacional, ya que ni siquiera está incluida en la Copa de España de Aguas Abiertas -como le ocurre a las dos antes citadas-, y que este año consta nada menos que de 13 pruebas, algunas de ellas incluso en aguas de la costa alicantina.

Y podrían ser varias son las razones que justificarían este poco fuste, esta escasa ambición de convertirse en lo que merecería ser, por ubicación y recorrido, una prueba "que hay que nadar, sí o sí"; pero ya iremos desgranando más adelante las que, a nuestro parecer, podrían ser las carencias de esta bonita travesía, algunas bastante significativas.

Imagen de la edición de 2016 donde se ve claramente el recorrido de la Travesía.
El circuito, de unos 4.200 metros aproximadamente, parte de la Zona Volvo, en la rada más exterior del Puerto de Alicante. Después de recorrer unos 1.500 metros por dentro de la lámina de agua del Puerto, llega al faro situado al final de la Escollera donde se produciría un giro de 180º, para volver en sentido inverso pero ya por la parte exterior de la Escollera. 
Una vez llegado al final de la parte exterior, se hace un giro de 90º para dirigirse hacia la orilla, al principio de la Playa del Postiguet, donde se sitúa el arco de Meta. 
En la foto superior, de la edición del pasado año, podéis ver el recorrido con nitidez.

La mañana amaneció gris, e incluso algunas nubes en la distancia parecían amenazar con lluvia. Pero nada de esto ocurrió; todo lo contrario, el hecho de que la mañana estuviera entoldada hizo que el viento fuera prácticamente nulo durante toda la jornada y propició también que la espera de los que estuvimos en la orilla esperando la llegada de los nadadores se hiciera más llevadera.

Aunque la cita era a las 10 de la mañana -un horario algo tardío para estos lares, donde el Levante comienza a remontar muy temprano en verano, como efectivamente ocurrió a partir de las 11h.-, desde bastante antes éramos numerosos los nadadores y acompañantes que estábamos en la explanada de la Zona Volvo, punto de partida de la Travesía y de entrega de gorros y silbatos.

Éramos 255 los nadadores inscritos -entre ellos, un servidor, que no pudo nadar, con gran pesar, por problemas sobrevenidos-, si bien fueron finalmente 211 los participantes, cantidad ligeramente superior a los 205 que finalizamos la prueba en la edición de  2016.

Estos momentos previos al inicio de las travesías son, para mí, los mejores, porque tienes oportunidad de saludar a multitud de gente que hace tiempo que no ves y comentar como han ido los últimos entrenamientos y las anécdotas de las travesías en las que participamos. 

Con Iván Cutillas, que debía haber sido mi compi.
Y en esta ocasión yo tuve ocasión de saludar, entre otros muchos, a mi amigo y compañero de entrenamientos, Iván Cutillas, "Cuti", con quien he compartido muchas brazadas este invierno en estas aguas alicantinas y con quien pensaba nadar esta Travesía. Iván finalizó con una magnífica marca de 1h.17', poniéndome los dientes largos a mí que lo esperaba junto al arco de Meta, porque ésta deberíamos haberla nadado juntos. Argggg!
En 2018 procuraré no fallar a la cita, si mi salud me lo permite. 

Los nadadores esperando el silbato de Salida
Dado que la salida se hacía desde dentro del agua, entre dos grandes boyas naranjas, fueron numerosos los nadadores que se tiraron previamente a las aguas del puerto para hacer sus calentamientos, esperando  la salida. 

Pese a que la mayor parte de la prueba se desarrolla fuera del recinto del Puerto, es decir, bastante alejado de la línea de costa, son minoritarios los nadadores que llevan "boya de señalización", un elemento fundamental a mi entender, pero que parece que a algunos -particularmente a los menos veteranos- aún "les avergüenza" llevar, cuando en muchas travesías ya lo están haciendo hasta obligatorio. 

Yo, personalmente, siempre la llevo, tanto en entrenos, como en travesías, no sólo por la señalización en sí, sino porque me aporta una gran seguridad en caso de un calambre o, incluso, un ligero mareo.


Afortunadamente, este año el silbato de salida sonó muy puntual, a las 10h.; nada que ver con el caso del pasado año, donde nos tuvieron un buen rato en el agua esperando, para gran desesperación de todos los nadadores.

Y empezó la aventura. Aunque los primeros 1.500 metros transcurren íntegramente dentro de la lámina de agua del Puerto de Alicante, lo que lleva a pensar a los menos veteranos -y más ingenuos-, que toda la Travesía va a ser igual. 

Algunos se quejan del olor del gasoil de los barcos, de que el agua está muy turbia dentro del Puerto, pero lo realmente bueno comienza cuando vuelves el faro situado al final de la Escollera y sales realmente a mar abierto.

Nadando camino del Hotel Meliá
Ahí es donde llega lo bueno, aunque este año los participantes han tenido suerte y se han encontrado con una mar prácticamente plato durante todo el recorrido. 

Pero al salir de la protección de la Escollera, de repente, la temperatura del agua disminuye varios grados y las corrientes, predominantemente de Levante, se hacen notar, por muy calmado que esté el ambiente. 

Y este año no ha sido la excepción, ya que todos los participantes se han quejado de que una molesta corriente en contra no les dejaba avanzar en dirección al Hotel Meliá, donde se ubicaba el arco de Meta. 

Último giro antes de encararse a la Playa del Postiguet
Finalmente, la larga serpiente de nadadores acaba la parte exterior de la Escollera y, una vez alcanzado un pequeño faro verde que hay en la esquina final de la misma, toca girar 90º para dirigirse hacia la Playa del Postiguet, destino último de la prueba.

Pero aún quedaba una última sorpresa, sobre todo para los que no conocen esta zona en concreto. Al llegar al inicio del espigón donde está ubicado el Hotel Meliá hay un pequeño espigón submarino para evitar que se produzca el arrastre de arenas de la playa por el mar, que sólo conocemos los que nadamos habitualmente por esta zona, y cuyas rocas están a escasos centímetros por debajo de la superficie, de tal forma que no son visibles hasta que no estás literalmente encima de ellas. 
Si os fijáis en la foto del inicio de la crónica, es perfectamente visible su sombra, por debajo las cristalinas aguas, el citado espigón traicionero.

Consecuentemente, si este punto no está bien señalizado con boyas, no son pocos los nadadores que tienen una desagradable sorpresa cuando, de pronto, se encuentran con que una incómoda muralla submarina de rocas les impide continuar en línea recta y les hace dar un largo rodeo para evitarlas. 

Este "espigón escondido" ha destrozado las expectativas de marca de muchos nadadores que piensan que el camino más corto entre dos puntos es la línea recta. Y éste es uno de los casos en que dicho camino pasa por hacer una pronunciada parábola para no estrellarse literalmente contra las rocas. 

El gran David Ibáñez entrando cómodamente en Meta
El primero en pasar bajo el arco de Meta fue David Ibáñez, del CN Elche, con un registro de apenas 53'. La comodidad con que entró David en Meta fue evidente, ya que le sacó una ventaja de más de dos minutos al segundo clasificado de la prueba.

En segunda posición entró Oscar Estrada, del CN Arena Alicante, en 55'19", en competido sprint con Oscar Pina, ya que éste arribó sólo un segundo después.

Eliana Sotelo en su segundo triunfo consecutivo

En féminas la vencedora fue Eliana Sotelo del CD Aguaviva de Benidorm, con 59'46". Se da la circunstancia de que esta nadadora fue también la primera en llegar en la 1ª Travesía de la Playa de Levante de Benidorm, disputada el pasado domingo en la ciudad de los rascacielos. ¡¡Menudo palmarés lleva esta mujer!!.

En 2º lugar de mujeres llegó Ángela Cerdán, del CN Arena Alicante, en 1h.00'45".

En total fueron 31 mujeres las que llegaron a Meta en las diferentes categorías, apenas un 15% del total de nadadores. Éste es un porcentaje bastante bajo de féminas para un deporte como éste, donde la presencia femenina es considerablemente más abundante que en la mayoría de deportes de fondo. 

Y a continuación comenzó el lento goteo de nadadores que iban entrando bajo el arco de Meta, con evidente alegría la mayoría y con cara de mucho cansancio en algunos de ellos. 

Pese a que el "corte" y cierre de Meta estaba establecido en las 2 horas, hubo un nadador que precisó nada menos que 2h.11' en pasar bajo el arco, entrando casi 12' después del penúltimo, acompañado por los kayacs y las lanchas de Protección Civil. Y muy contento, por cierto.

Sin querer quitar mérito a estos esforzados nadadores que precisan de tanto tiempo para finalizar, lo cual evidencia sin duda una gran fuerza de voluntad, a veces nos preguntamos cuál es el nivel de preparación deportiva real con el que se enfrentan a pruebas de esta envergadura y dureza. 

Quiero decir con esto que si algún nadador precisa de dos horas, o incluso más, para nadar 4.200 metros en una mar plato como la que apareció el pasado domingo, ¿Cómo habrían acabado si hubiera amanecido una mar tan sumamente complicada como en 2014, en la que yo participé, y donde padecí la experiencia más dura por la que he pasado en mi trayectoria como swimmer?

Con ello no quiero desanimar a nadie, ni mucho menos asustarlo; pero al mar hay que tenerle muchísimo respeto y a veces no es suficiente con "plantearse un reto" y lanzarse alegremente a realizarlo sin la preparación suficiente y, sobre todo, sin ser consciente de que si la cosa se pone fea, se puede llevar uno un buen susto. O algo peor.


No podía dejar pasar la ocasión: una foto con el vencedor
Mientras estábamos esperando la llegada de todos los nadadores, fue el momento del "postureo" y de hacerse fotos con los amigos, mientras comentábamos las anécdotas más significativas de la prueba. 

Particular alegría me dio el triunfo de mi amigo David Ibáñez, un nadador al que vengo siguiendo desde que coincidí con él hace unos años en la Piscina del Pabellón Deportivo de Elche y que últimamente está cosechando numerosos triunfos, tanto en piscina, como en Aguas Abiertas.


Oscar Pina, David Ibáñez y Oscar Estrada
En cuanto al trío masculino vencedor, se completa con Oscar Pina y con Oscar Estrada, dos clásicos en los podios de las Aguas Abiertas en las costas alicantinas. 

No quiero dejar de nombrar al gran César Hernández, que entró en 4º lugar, con 55'40", y que en las próximas semanas se enfrentará a un importante reto nada menos que en la India, en el Río Ganges, donde nadará una Travesía de 81 km. 

Finalmente, y una vez llegado el último nadador, se procedió a la entrega de premios, siendo la Concejala de Deportes del Ayuntamiento de Alicante, Eva Montesinos, la encargada de hacer tal labor.

Oscar Estrada, David Ibáñez, Oscar Pina y Eva Montesinos, Concejala de Deportes

Y aprovecho el comentario sobre la entrega de premios para hacer hincapié en algunas de las carencias que hemos detectado en esta Travesía, de las que ya nos hicimos eco el pasado año, pero con escaso éxito a la vista de lo visto.

En primer lugar, a mi modesto entender, el tema de la seguridad no está satisfactoriamente resuelto. Es cierto que había varias lanchas de Protección Civil -tres o cuatro, si no recuerdo mal-, pero había apenas 6 kayacs y otros tantos paddle surfers para 211 nadadores y, sobre todo, para una prueba que "se estira" tanto como hemos comentado (1h.20' de diferencia separaban al primer y al último nadador) y que sale a mar abierto a gran distancia de la costa; a mí, particularmente, este despliegue de medios de seguridad me parece claramente insuficiente.


Siempre el mismo gorro, travesía tras travesía...
Por otra parte hay detalles que quedan de una pobreza extrema. El hecho de que el gorro de la Travesía -el único trofeo que se llevan las mayoría de los nadadores-, sea uno genérico que entrega la Concejalía en todas las pruebas que organiza, deja una pobre imagen y un nulo interés en conservarlo después. Al menos en mi caso, que conservo todos los gorros de las pruebas en las que participo, y que tengo ya media docena de gorros, todos rojos, todos iguales, de las Travesías de Alicante. Tampoco sería tan costoso estampar el gorro con el nombre del evento, para poder tener un recuerdo del mismo. Digo yo

Otro apartado a mejorar es la entrega de premios, la imagen más visible de la Travesía, donde todo el mundo está haciendo fotos, y que queda tremendamente deslucida, muy sosa, porque no hay ni podio, ni pancarta de la Travesía, ni banderas, ni ná de ná. La imagen que se lleva uno al final de este acto, caso de haber conseguido premio, no es precisamente para ponerle un marco

Es una pena que una Travesía con un recorrido tan bonito, tan lucido -en pleno centro de Alicante- y en plena temporada alta, quede tan deslucida por estos detalles -algunos importantes como el de la seguridad, otros de imagen, como la entrega de premios-, que no la ayudan a crecer y a colocarse entre los referentes de las Aguas Abiertas de España. 

De poco sirve el amplísimo despliegue que hace la Concejalía en redes sociales -que ése sí que es realmente notable-, porque en este tipo de eventos, el "boca oreja" funciona a las mil maravillas y con todas las carencias citadas, se hace difícil recomendar la prueba a un amigo que no la conozca.

Lo venimos diciendo desde la edición de 2014, que fue la primera en la que participé, pero, de momento, con nulo eco entre sus responsables. 
Seguiremos insistiendo, porque nuestra crítica pretende ser  constructiva, no demoledora, y por supuesto, con el interés último de hacer más grande la Travesía.

Por último, quiero agradecer a Javier Sánchez, uno de los fotógrafos oficiales de la prueba, el haber podido hacer uso de varias de sus magníficas instantáneas para ilustrar esta crónica.


Figuración de la Salida, sobre foto de Javier Sánchez, fotógrafo oficial de la Travesía

¡Nos vemos en el agua!

José María Galera (Josemari)
OWS Alicante


No hay comentarios:

Publicar un comentario