martes, 26 de julio de 2016

87ª VUELTA A LA ESCOLLERA DE ALICANTE 2016


(* Pulsando en cada foto, se puede ver a pantalla completa)

Recorrido de la Travesía, con salida en la Zona Volvo y llegada en El Postiguet

Este año se cumplía el centenario de la Vuelta a la Escollera de Alicante, que presume de ser la Travesía más antigua de España, aunque en realidad ésta es su edición número 87, ya que hubo un período en torno a la Guerra Civil en el que dejó de disputarse esta emblemática prueba.

En todos estos años transcurridos desde 1917, la prueba ha ido modificando tanto el recorrido como la distancia a nadar, conforme iba aumentando la longitud del espigón del faro del puerto alicantino. Asimismo, la Salida y la Meta han ido cambiando de ubicación, estando la salida primitiva en la Escalera Real, más tarde en la zona de las Kontiki y, ahora, en la Zona Volvo de la rada del puerto.

De hecho, cuando yo la nadé por primera vez en 2014, la salida aún se hacía desde la zona donde amarran las Kontiki (los transbordadores turísticos que hacen la ruta Isla Tabarca - Alicante). 
En el año 2015 se inauguró este nuevo punto de partida, desde la Zona Volvo, mucho más despejado de nadar que el anterior -al no tener que atravesar todo el puerto deportivo-, aunque se acorta levemente el trayecto a nadar respecto a la antedicha salida. 
La distancia que finalmente marcó mi pulsómetro fue de 4.300 metros.

El gorro es bastante soso, y nada conmemorativo

La cita era a las 10 de la mañana, quizá un poco tarde para esta zona mediterránea,  donde los vientos comienzan a levantar precisamente sobre esa hora. 

En la gran carpa blanca de la Zona Volvo nos fuimos congregando los casi 250 nadadores que nos habíamos inscrito en esta prueba desde que, hace ya varios meses, empezamos a recibir publicidad de su convocatoria a través de las redes sociales. 

Con mis amigos del equipo Hotel Bilbaíno, de Benidorm: JF, Conchi, Jordi, Fabián... 
El recorrido no es impresionantemente bonito, ni los fondos tienen la espectacularidad de, por ejemplo, la Isla de Tabarca, pero el reto de rebasar el espigón del puerto y salir a mar abierto, con importantes corrientes siempre, debería atraer, en teoría, a una tropa mucho más abundante de nadadores ansiosos de experiencias en el mar. 

El final de la prueba, en plena Playa del Postiguet, junto al Hotel Meliá, y a los pies de la Cara del Moro del Castillo de Santa Bárbara, también debería ser un  importante aliciente para aumentar la cifra de participantes, como ha ocurrido este año, donde finalizamos la Travesía apenas 205 nadadores.

Con el equipo de Natura Sport, de Elche
Una vez recogidos los gorros (que no eran exclusivos de esta Travesía, sino los genéricos que encarga la Concejalía para todas las pruebas que realiza) y marcados en el hombro con el correspondiente dorsal (238 en mi caso), procedían las correspondientes fotos de rigor con los grupos de amiguetes que nos íbamos congregando en la zona, y con los que más tarde íbamos a compartir brazadas durante un largo rato.

El aspecto del mar desde el punto de partida era inmejorable; la lámina de agua del Puerto estaba totalmente plana, aunque bastante turbia para el escaso movimiento que tiene habitualmente este Puerto de Alicante. 

Esperando la salida. Yo, con mi boya naranja, a la derecha
Como la salida era desde dentro del agua, cuando faltaban unos minutos para la hora señalada, empezamos a tirarnos al mar los participantes, pero poco a poco, para evitar caer unos encima de otros. Mientras algunos daban las primeras brazadas para calentar, el resto permanecíamos moviéndonos lo imprescindible para no hundirnos, esperando la sirena de partida del juez de la prueba.

A nuestro alrededor pululaban los kayacs, padel surfers y un par de zodiac, que nos acompañaron. La verdad es que a mí se me antojaban pocos medios de apoyo para una prueba que, aunque no contaba con demasiados nadadores, sí tenía muy diferentes ritmos de natación, como se demostró al final, ya que la diferencia entre el primer clasificado y el último fue de más de una hora, lo que hacía que la línea de nadadores se estirara muchísimo para tan pocos medios de apoyo. Mi apreciación fue cierta ya que, una vez rebasado el faro, apenas vi en ningún momento a algún apoyo. Y eso agobia un poco, la verdad; sobre todo si la mar está brava.

El juez da la salida. La Estación Marítima, nuestro primer hito, al fondo de la foto.
A las diez en punto oímos la sirena del juez de la prueba, situada en una de las lanchas zodiac, y comenzamos a nadar hacia nuestro destino. El primer hito a alcanzar era la Estación Marítima de cruceros, que está situada a unos mil metros de la salida. 

El agua estaba bastante turbia, pero no sucia; aunque estaba tan calmada que compensaba su turbidez con la tranquilidad con que pudimos ir calentando. Sobre todo en mi caso, que preciso de al menos 500/1000 metros para empezar a soltarme y nadar a mi ritmo. 

Rebasando el faro. Llevábamos 1.800 metros, y el mar empezaba a ponerse divertido
A los 17 minutos ya había alcanzado el primer hito, la Estación Marítima, los 1.000 metros, y yo mismo me sorprendí de la "velocidad" que llevaba, ya que no suelo nadar tan rápido. Pero pensé. "resérvarte, que lo bueno vendrá cuando bordeemos el faro".

Efectivamente, al poco llegué al faro. El GARMIN ya marcaba 1.800 metros y 32´y yo no me acababa de creer el ritmo al que estaba nadando. Pero entonces fue el cuando el Mediterráneo se mostró en su magnitud. El agua ya no era un plato, sino que estaba movidita (ver foto arriba). No muy movida, pero sí con una importante corriente en contra, de Levante -la bandera del Castillo nunca engaña, y y sabíamos que hacía Levante-, que nos hizo bastante la puñeta durante los metros siguientes, correspondientes a todo el brazo exterior el espigón del faro -la famosa Escollera-, que se nos mostraba en toda su longitud (unos 1.500 metros), ¡y todo su esplendor! 

¡Los 1.500 metros de la Escollera nos esperaban!

Pero fue traspasar el faro y, de pronto, se hizo la luz. El agua se volvió repentinamente cristalina hasta unos extremos insospechados. Pese a la distancia que estábamos de la orilla, ¡se podía ver el fondo del mar!, era muy impresionante, la verdad. 


Y entonces vino la primera oración: "Virgencita del Mar, ¡que no haya medusas!". Aunque también hay que decir que con lo clarísima que estaba el agua, las medusas se habrían visto en la distancia. Afortunadamente, no vimos ninguna, aunque alguna compañera no pudo decir lo mismo, y sí que se llevó un amargo recuerdo en forma de triángulo en un brazo...

La temperatura del agua era ideal, el Sol brillaba espléndido en todo lo alto, no había medusas, el agua estaba cristalina... había llegado el momento de disfrutar. De acuerdo, la corriente en contra era bastante molesta, pero es que estamos en el mar, esto es OWS, no es una piscina de agua salada...

Lo cierto es que los 1.500 metros de la propia Escollera se hicieron largos, si bien no interminables. Al fondo, el Castillo de Santa Bárbara nos marcaba el punto al que teníamos que llegar, ya que la Meta, en el Postiguet, estaba justo debajo de la Cara del Moro, y ese era mi punto de referencia todo el tiempo. Me acoplé a un grupete de 4 o 5 nadadores que fuimos a la par casi todo ese recorrido, aunque luego, cuando enfilamos la recta final camino del Postiguet, ya nos desperdigamos y no supe reconocerlos en la orilla. 

La Meta, al fondo, bajo la Cara del Moro del Castillo.
Finalmente llegamos al último giro, para encarar ya en línea recta que nos llevaría a la Meta. Mi GARMIN marcaba entonces 3.300 metros, con un registro de 1h.08´. ¡Cachis!, con la velocidad tan guay que había llevado hasta el faro, la corriente en contra me iba a fastidiar hacer una buena marca (dentro de mis posibilidades, claro, je,je,je).


Y entonces, cuando apenas faltaban mil metros para acabar, es cuando me puse yo a "echar el resto". Sabía que no iba a mejorar espectacularmente pero, una vez superada la zona de la corriente en contra, era el momento de salir de mi zona de confort y darlo todo. Así empecé a nadar lo mejor que sabía, estirando muchísimo la brazada (acordándome de mi entrenador, al que tengo siempre muy presente en mis travesías), deslizándome todo lo que podía y agitando los pies con todas mis fuerzas para evitar que se me hundieran las piernas y con ello me frenaran el avance... Y ahí fue cuando empecé a adelantar a unos cuantos, para gran sorpresa mía.

Llegada a Meta, con mi boya bajo el brazo
Ya tenía la Meta delante de mí. O más bien la intuía, porque no había arco de Meta que se distinguiera en la distancia, ni un canal de boyas que impidiera a los bañistas -tan maleducados e insolidarios-, se te  cruzaran constantemente conforme te acercabas a la orilla, haciendo que incluso llegara a chocar con un par de ellos en mi bracear. 

El ritual de la tertulia al acabar, no puede faltar
Al final el tiempo fue de 1h.25´, una marca aceptable para mí, pero que podría haber sido algo mejor de no ser por la corriente contra que nos encontramos. Pero sí que fue manifiestamente mejor que la que hice en 2015, con una mar infinitamente peor, lo que me hizo necesitar 1h.50´para llegar a Meta. Mejorar 25' en un recorrido alegra a cualquiera el alma.

El vencedor absoluto necesitó menos de una hora para finalizar, y el último nadador, precisó dos horas justas para alcanzar la orilla. Por enmedio fuimos llegando el resto de participantes, hasta un total de 205 nadadores. 

Foto "robada", pero magnífica


La prueba es bonita, el recorrido es "diferente" y, sobre todo, con una gran solera de muchísimos años, pero la organización es muy pobre,

En realidad, a las travesías vamos fundamentalmente a nadar pero, al final, todo es importante. Y si hay pocos medios materiales de apoyo, el gorro es de los chinos, la camiseta conmemorativa es de un algodón espantoso, no hay arco de Meta y en el avituallamiento te racionan hasta los botellines de agua, pues acabas pensando que preferirías pagar unos cuantos euros más y sentirte algo más arropado.

La entrega de premios, en el "podio sin podio"
Luego vino el momento de charlar con los amigos, las fotos de rigor. Y la entrega de premios. Y ahí vino la sorpresa. Porque yo, que no esperaba para nada hacer podio, me fui al coche tranquilamente a cambiarme para volver luego ya vestido y seco a continuar la tertulia. 

Y, de pronto oigo por la megafonía mi nombre, cuando estaba a cien metros del podio (bueno, es un decir, porque como veis en la fotos, no había ni podio....argggg!) y eché a correr como un poseso, para llegar justo a punto de la foto y de que se fueran el resto de compañeros. Uffff!, ¡menuda carrera me pegué!. Tercero en mi categoría. Bueno, tampoco me puedo quejar, la verdad. 

Con Agurtzane Domingo, gran amiga y campeona
A esas horas -la prueba empieza demasiado tarde, ya lo he dicho antes-, el Sol calentaba ya más de lo que solemos estar acostumbrados los nadadores OWS, que somos más bien de nadar a las 8 de la mañana para poder ir luego a tomar el café, por lo que la reunión empezó a disolverse aceleradamente. 

Era el momento de las últimas fotos, entre ellas la que tenéis justo al lado, con mi gran amiga bilbaína Agurtzane Domingo, una enamorada de estas aguas, y que participa con frecuencia en las travesías de esta zona.

"Bilbaínos Team"
Y ya, a punto de recoger y marcharnos a casa, aún nos hicimos una última foto todos "los bilbaínos" que coindimos en la Travesía, varios amigos nadadores, o bien nacidos en Bilbao, o bien con fuertes lazos con la ciudad vasca.

Una jornada agradable, y una Travesía que podría ser mucho más de lo que es si sus organizadores emplearan más medios en darle un "envoltorio" más atractivo a un recorrido que es único.

Esperemos que en 2017, en que se cumplirán los 100 años de la primera edición de esta emblemática prueba, podamos hacer una crónica alegrándonos de la positiva evolución de la misma.

Composición de David Mayo sobre mi foto robada

Espero que os haya gustado

Nos vemos en el agua!

José María Galera
OWS Alicante

1 comentario:

  1. Eres un CRACK como cronista y también como amigo. La acabo de leer de nuevo y me ha encantado. Espero que sigas haciendo muchas y compartamos juntos muchas más. Para empezar, la semana que viene nos espera Altea.

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