viernes, 16 de septiembre de 2016

TRAVESÍA DE PLENTZIA 2016


(* Pulsando sobre las fotos, se pueden ver a pantalla completa)


El puente sobre la Ría de Plentzia, visto desde la parte del mar.
El fin de semana del 10/11 de Septiembre estaba marcado a fuego en mi calendario de travesías desde hace bastante tiempo. Fue allá por el mes de Julio, cuando vine a Bilbao a disputar la Travesía de la Sardina que organiza el C.N.Santutzi en la parte baja de la Ría, por su margen izquierda, con final en el bonito puerto pesquero de Santutzi. En aquella ocasión disfruté muchísimo de esa nueva experiencia que era nadar en una Ría, tan diferente a la que tengo de hacerlo de forma habitual en el Mar Mediterráneo, en Alicante. 

Al finalizar aquella Travesía, y mientras comentaba lo que había disfrutado y lo que me gustaría repetirla, mi amigo Germán Zubiaur me indicó que en Septiembre, se disputaba una prueba de parecidas características y gran raigambre en la zona de Bilbao, como era la Travesía de la Ría, al frente de cuya organización estaba Javier Berasategui, una garantía de que iba a ser perfecta en todos sus aspectos. Y decidí que volvería para nadar dicha Travesía, el 11 de Septiembre.


Unas semanas después descubrí por azar que se organizaba por primera vez la Travesía de la Ría de Plentzia, un precioso enclave muy cerca de la capital bilbaína, y que  era el escenario ideal para una prueba realmente bonita. Parecía interesante la posibilidad.

El Club organizador era el C.N.Mungía, y al frente de la misma estuvo Igor López Fano, con una infraestructura realmente modesta, pero desviviéndose en todo momento por cubrir las pequeñas carencias que fueron apareciendo y que eran las lógicas de una prueba que ellos organizaban por primera vez. 

La fecha prevista era el 10 de septiembre, es decir la víspera de la Travesía de la Ría de Bilbao, a la que ya tenía confirmada mi asistencia. Por su longitud (3.000 metros), ambas pruebas eran perfectamente compatibles en dos días sucesivos. O sea, que no me lo pensé dos veces y me inscribí.


Aunque la distancia desde Bilbao, donde estaba alojado, hasta Plentzia es considerable, contaba con la inestimable ayuda del Metro bilbaíno, cuya última estación de la Línea 1 está justo en esta localidad, a escasos 200 metros de la línea de Salida. O sea, que más facilidades no podía tener para participar. Por otra parte, me gusta colaborar con este tipo de pruebas que empiezan, para apoyarlas en lo máximo posible a salir adelante y a consolidarse. Máxime si el entorno era tan bonito como la Ría de Plentzia.


Cuando se llega, es inevitable no quedar maravillado por la elegancia del puente que cruza la Ría, de un único arco, sin ningún apoyo intermedio y que va a desembocar justo a la explanada donde la organización, repito, muy modesta, había instalado las mesas para el reparto de gorros, y el marcaje de los dorsales, ya que no hubo chip electrónico para señalar los tiempos. 

También nos entregaron un "niki" con el anagrama de la prueba, existiendo la opción de no retirarlo y que la organización donara el valor del mismo al grupo de Salvamento Marítimo, que tenía instalado un stand en la misma explanada. Yo prefería quedarme el niki -un buen recuerdo de la prueba- y hacer una donativo monetario a los chicos de Salvamento.

Preparativos del montaje del arco de Meta y las boyas
La participación fue importante, si tenemos en cuenta que en ese fin de semana se disputaban varias travesías en el entorno y que, al ser la primera vez que se celebraba, era aún conocida por muy poca gente. En total fuimos 224 los nadadores que participamos, divididos en tres pruebas de diferentes longitudes, cuyos recorridos podéis ver en el gráfico de más abajo. 

Los tres recorridos posibles en la Ría

La más sencilla de las pruebas, enfocada más a los chavales jovencitos, era de 800 metros, y tuvo una participación de 19 nadadores, entre niños y niñas.

También hubo una de 1.500 metros, que contó con la participación de 96 nadadores. 

Y la "prueba reina" tenía un recorrido teórico de 3.000 metros , si bien en mi GARMIN salieron 3.400 metros, una diferencia lógica de no ir en línea recta en una Ría que tiene varios meandros (ver el gráfico de la imagen adjunta); en esta última prueba participamos 109 nadadores. 

El neopreno estaba permitido, si bien los nadadores que lo utilizaran no tenían opción de subir al podio, aunque su nombre sí que salía en la clasificación. Para mi sorpresa, hubo abundancia de neoprenos, circunstancia ésta llamativa, porque el agua estaba fresquita -unos 20ºC para mí, aunque he leído por ahí que estaba a 18ºC-, pero muy agradable para nadar.

La salida de la prueba de 800 metros

En primer lugar se nadó la de 3.000 metros, seguidas con intervalos de 5 minutos por las de 1.500 y 800 metros; los participantes llevábamos gorros de diferentes colores en función del tipo de prueba que nadábamos, por lo que no había posibilidad de confusión en la  llegada a Meta. 

La salida en todas ellas se dio desde el agua, justo debajo del puente que une ambas márgenes de la Ría, y situándonos entre las dos boyas gigantes que se ven en la foto adjunta. 

Dado que no había chip electrónico, tanto la señal de salida como la medición de los tiempos se hizo de una forma algo artesanal, lo que en la Meta dio lugar a algún que otro error y malentendido. Quizá éste sea uno de los primeros aspectos a mejorar para futuras ediciones de la Travesía.

Entrada al agua. Yo, de espaldas, abajo

Sobre las 11:30h. nos llamaron para que fuéramos entrando al agua a los participantes de la prueba de 3.000 metros, bajando por la rampa de piedra, ya que la salida se haría desde el mismo punto de las anteriores, bajo el puente y entre las boyas gigantes. 

Yo estuve tentado a llevarme el neopreno desde Alicante para nadarla, pero, dado que al día siguiente debía hacer la de la Ría de Bilbao, ésta sí obligatoriamente "a pelo", pues decidí llevarme cuanto antes "la impresión" del agua fría. 

Pero lo cierto es que he de confesar que la temperatura de la Ría, superados los primeros 20 segundos, era bastante agradable y permitía que se entrara rápidamente en calor. Aparte, el día de Sol era realmente espectacular y no había peligro de medusas. ¡Vamos a disfrutar, pues!

Una vez dieron el bocinazo de salida empezamos a nadar hacia la primera boya grande, tratando de evitar las numerosas barquitos ancladas en el centro de la Ría y que nos íbamos encontrado en los primeros 200 metros de recorrido. Rápidamente, el grupo se fue estirando, circunstancia favorecida por el reducido número de nadadores y por la amplitud de la Ría. 

Las boyas que marcaban los hitos eran muy grandes, pero estaban tan espaciadas que era difícil distinguir la siguiente cuando se traspasaba cada una de ellas. Quizá para próximas ediciones se podría añadir alguna boya intermedia más, de menor tamaño, que fuera indicando la ruta de forma más fehaciente, y que impidiera que, como me ocurrió en varias ocasiones, estuviera a punto de chocar de frente con los que ya regresaban en sentido contrario, por las pronunciadas S que fuimos haciendo para evitar los numerosos bancos de arena existentes en el recorrido. 

La Ría desde el punto de Salida, mientras iban colocando las boyas azules (izquierda)
Como suele ocurrir en estas travesías en Rías del Cantábrico, se tratan de organizar a una hora en que las corrientes de Pleamar y Bajamar influyan lo menos posible en el desarrollo de la prueba. Pero la "corriente cero" no existe. En efecto, en mi caso, tardé 5 minutos menos en bajar que en subir la Ría porque había una pequeña corriente de bajamar, casi imperceptible. 

El recorrido es bellísimo, casi todo salvaje, sin apenas construcciones, con un agua cristalina que permitía en todo momento ir viendo el fondo arenoso de la Ría, y también los numerosos bancos de arena, que algunos no pudieron sortear a tiempo, lo que les obligó a hacer algún trozo del trayecto andando sobre la arena...

Una marca aceptable, aunque esperaba algo mejor
Y finalmente, después de disfrutarla muchísimo, llegó el momento de entrar por debajo del arco de Meta, donde mi cronómetro marcaba 1h.04', un tiempo nada espectacular, pero muy en mi línea de entrenamiento habitual. 

He de decir que esperaba mejor resultado final, pero todas estas "aventuras" en aguas dulces, tan ajenas a mi medio natural de entrenamiento en las aguas saladas del mar Mediterráneo, hacen que la lógica dificultad de adaptación a la novedad, confluyan para  que los resultados obtenidos no sean tan brillantes como los esperados. Confío en que, conforme le vaya cogiendo el punto a estas aguas, poder presumir de mejores cronos.  Aunque no soy competitivo, siempre es motivador comprobar que el esfuerzo realizado se traduce en una buena marca. 

El vencedor de la prueba larga fue Xavier Gordoa, con un crono de 39´39", seguido por Germán Zubiaur con 40´56" y Jokin Olabarrieta con 40´59"; estos dos últimos pertenecientes al C.N.Getxo

El terceto vencedor: Jokin Olabarrieta, Xavier Gordoa y Germán Zubiaur

He de decir que los nadadores getxotarras tuvieron una importante actuación en la prueba, ya que otros dos de sus miembros, Zigor Díaz (41'03") y Beñat Elorriaga (41'52") ocuparon respectivamente el 4º y el 7º puesto de la clasificación, siendo el C.N.Getxo el más destacado en conjunto de la Travesía. Estos brillantes resultados no hicieron más que anticipar la que sería una brillantísima actuación al día siguiente, en la Travesía de la Ría de Bilbao, donde coparon también varios puestos de cabeza y fueron distinguidos con el premio al mejor Club.

Mi buen amigo, Toño Sánchez

Quiero hacer un inciso para nombrar a mi buen amigo Toño Sánchez, que hizo un espléndido crono en 50'20", y con quien volví a coincidir de nuevo al día siguiente nadando en la Ría de Bilbao. Fue un placer y una gran alegría poder saludarlo en ambas pruebas, y espero poder hacerlo en futuras travesías en las que volvamos a coincidir. 

En féminas, la vencedora fue Laura Fernández, con un crono de 41´52", seguida por Itziar Tardáguila, con 45´30". Itziar también pertenece al C.N.Getxo, y tuvo una actuación destacada asimismo en la Ría de Bilbao, consiguiendo hacer podio de nuevo. Estos son las marcas de la Clasificación Oficial. No obstante, hubo un pequeño fallo en la toma de tiempos y entró Itziar en primer lugar,  es decir, que fue ella la vencedora, si bien desconozco su marca real. 

El nadador de Eibar, Mikel Basterrica

La prueba de 1.500 metros la ganó Harri Baraibar, con 25´42", seguido de mi buen amigo de Eibar, Mikel Basterrica con 26´16", que no se pudo quedar a la entrega de trofeos, cerrando la terna de triunfadores Mikel Leonardo, con 28'11".

El trio vencedor de 800 metros

La entrega de los trofeos de 800 metros también fue muy simpática, con tres  sonrientes chavales que prometen darnos grandes alegrías en el futuro con sus más que seguras hazañas. 

El vencedor de la prueba de 800 metros vestía una camiseta de WIME, emblemática enseña muy conocida en toda la cornisa cantábrica, y cuyo propietario es Germán Zubiaur -el segundo clasificado en la prueba larga-, y que que comparte su faceta de empresario con su pasión por la natación -tanto en aguas abiertas, como en piscina-, donde consigue hacer podio con frecuencia. 

WIME fue uno de los patrocinadores de la Travesía de Plentzia y colocó  también un stand en la explanada de la prueba, junto al instalado por Salvamento Marítimo. Ambos fueron muy visitados por el público asistente al evento. 

Con Paco Zubiaur
También tuve ocasión de compartir un buen rato de charlas y risas con Paco Zubiaur, un gran amigo bilbaíno, y uno de los "culpables" de que yo vuelva una y otra vez por esta tierra a nadar, porque me acogen siempre como uno más de la familia. Vaya desde aquí mi agradecimiento a su apoyo constante y a su cariño permanente. 

La entrega de trofeos y obsequios que se alargó más de lo deseable, ya que al no utilizar métodos informáticos para la medición de tiempos, y tener que hacerlo todo de forma manual, los nervios y las prisas jugaron una mala pasada a la organización, incluyendo algún pequeño error en las mediciones de los tiempos, que fue solucionado con la buena voluntad que pusieron en todo momento para que la cosa funcionase lo mejor posible. 

José María Galera y Germán Zubiaur

En definitiva, una preciosa travesía, con un marco de incomparable belleza, que está empezando y que, consecuentemente, debe de ir aprendiendo a perfilar mejor los pequeños inconvenientes que vayan apareciendo y que, en la mayoría de los casos, fueron más fruto de la inexperiencia de los organizadores, que de ineptitud.

Seguro que lo van a conseguir.

Yo, por mi parte, prometo volver el año que viene a disfrutar de esta maravillosa Ría de Plentzia y de los numerosos amigos que me acompañan nadando. Y hacer todo lo posible por publicitarla para que sea cada vez más y más grande y mejor. 

No quiero acabar sin agradecer a Igor López todas sus atenciones conmigo, y animarlos a él y al C.N.Mungía a que continúen organizando esta preciosa travesía que tanto hemos disfrutado los que en ella participamos. 

La Ria de Plentzia, vista desde el puente hacia el mar

Espero que os haya gustado

¡Nos vemos en el agua!

José María Galera
OWS Alicante

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